Egresados 2020, ritual de despedida: impostergable!!!!

El año 2020 ha sido una caja de pandora para todos sin excepción, grandes y chicos hemos sido sorprendidos por una pandemia de carácter mundial, de esas de libros de historia, que se comenzó a escribir en Argentina en los primeros días del mes de Marzo y que todavía no termina.

Hemos transitado un año escolar, es decir nueve meses desde que los chicos se sentaron en sus bancos y a la semana siguiente debieron permanecer en sus casas en aislamiento obligatorio hasta hace poco tiempo, cuando las fases fueron abriendo una puertita delgada para ver el sol y asomar la nariz más allá del límite de la vereda de cada uno.

Hay que aclarar en todo esto que, como en mi caso puedo dar fe que ellos, los adolescentes y también los chicos más pequeños fueron los que mejor hicieron la “cuarentena”, no de 40, sino de …..”ocho meses”….

Doy fe que la adolescente de mi casa, no vio otro rostro humano más que el de sus progenitores durante todo este tiempo, y que un día hubo que decirle “salí a comprar el pan, aunque sea” para que descubriera que la vida seguía fuera.

Todos agradecemos el haberse cuidado, por nosotros y por nuestros mayores, pero es real que la vida sigue y que han perdido muchas cosas que no recuperarán jamás. Sobre todos los que en este 2020 egresan de la escuela secundaria.

Sabemos que el último año escolar se vive intensamente, desde el UPD(último primer día), lo único que alcanzaron a degustar de todos esos momentos que el año escolar les deparaba. El último día de vacaciones, el último día de clases, la última semana del estudiante, y todos los eventos que ellos se encargan de inventar con tal de festejar y hacer de eso el motivo de una juntada de adolescentes.

A eso se le suma que no habrá fiesta de egresados, y a duras penas habrá entrega de diplomas en un marco formal y lleno de protocolos. Y todavía queda más, el viaje de egresados, otro evento importante y único que con suerte ha sido cambiado de fecha, aunque en otros casos, se ha cancelado.

Si bien hay que decir la verdad, para los padres tuvo sabor a bendición el haber superado sin rezongos y discusiones todos los permisos que se hubieran debido gestionar, todo “gracias” a la pandemia, para ellos realmente la vida social prevista para este año  quedó reducida, como dice la canción de Charlie, a “ir” de la cama al living, ya que el pijama y las pantuflas  fueron  sus uniformes inseparables.

En este tiempo, mucho de lo social se transformó en virtual, pero también se perdió el contacto con aquellos compañeros que no siempre estuvieron online, que mantuvieron en clase sus cámaras apagadas y  que por otras razones se alejaron de las propuestas escolares. Todo esto hizo que los vínculos cambiaran y entonces el sabor del viaje de fin de curso fue menos emocionante, y hasta hizo dudar a muchos si ir o prepararse para lo que viene, porque para muchos la escuela “ya fue”, pasó sin pena ni gloria y arrastró todo lo planificado y esperado.

La adolescencia es una etapa especial, de encuentro con los otros, socialmente activa, etapa de actividades grupales, con una misma causa, y con un mismo fin, crecer y madurar una identidad.

Muchos adolescentes este año la han pasado muy mal, porque han estado y están solos, con una familia que debió afrontar trabajo online, problemáticas económicas u otras circunstancias que hacen que no se haga foco en esos adolescentes que poco reclaman pero que mucho necesitan. La soledad, la incertidumbre por lo que iba a pasar, la angustia y la depresión han sido las emociones y percepciones de muchos jóvenes que tendrán una impronta indeleble de este 2020.

Otros, gracias a la escuela y los docentes, que en un esfuerzo superador intentaron contenerlos, y a las familias que estuvieron cerca con ojo atento a los cambios de humor, de conducta, a las necesidades de expresar sus emociones,  lograron sobrellevar el año y en muchos casos reinventar  sus días, canalizando sus energías en actividades creativas.

Los aprendizajes de este año deberían de medirse en resiliencia, en la capacidad que han tenido esos adolecentes de adaptarse al encierro, a la incertidumbre que todos vivimos, a la necesidad de sobrellevar ese largo aislamiento emocional y social que debieron resistir, sobre todo cuando las herramientas a mano eran pocas.


En muchas familias los saldos han sido muy positivos, ya que se han reencontrado con sus hijos, se han logrado compartir momento que atesoraremos: los juegos de mesa, las sobremesas largas y sin apuro, las charlas más profundas, ponerle emociones a esa nueva situación de vida, la creatividad en la cocina, en la música, el arte y en la capacidad de reinventarnos como emprendedores.

La psicóloga Alejandra Libenson, especialista en crianza, autora entre otros de Los Nuevos Padres -Aguilar-, dice “Yo creo que la pandemia nos puso en un concepto descorporizante donde se anularon los duelos, los rituales, las despedidas, las bienvenidas, y creo que los adolescentes no están exentos de este dolor. Y a su vez están atravesando por un proceso de duelo personal por el momento histórico que están viviendo. Están por cerrar una etapa y el tiempo y los límites del distanciamiento les impiden el contacto con los otros. Somos seres gregarios y nos sentimos a partir de estar con otros. Más aún los adolescentes”.

“A algunos les genera más confort salir de un espacio social y se sienten más cómodos en su casa, y hay otros a los que se les rompe la vida, los desestructura, conmueve, y los hace lidiar con la impulsividad, la frustración, la demora, la renuncia…”

Alejandra Libenson, dice que lo fundamental es que los chicos puedan igual tener algún ritual de finalización de etapa.  “Creo que uno de los puntos importantes es seguir sosteniendo que el lazo afectivo, el cierre, el encuentro, la posibilidad de hablar de estas pérdidas, de esto que no se puede recuperar y que hay que asumir y aceptar, y se tiene que transitar junto con otros... Asumir que esto es parte de este ritual de cierre, y algunos podrán y querrán demorar este deseo y concretarlo el año que viene pero va a ser diferente. No va a ser la misma sensación. Creo que el gran desafío es construir este ritual de despedida más allá de las fiestas por zoom o alguna otra manera original de festejar la conclusión de una etapa. Me parece que más que nada hay que aceptar que es así, que es realmente una situación de pérdida. No es algo reversible porque el tiempo no es reversible”.

Algunas escuelas, han  propuesto la vuelta al cole de los sextos años, aunque sea como parte de un encuentro social, para que tengan un tiempo de despedida y de duelo. “Se necesita algo de cuerpo en este cierre de etapa, para generar cierto mojón o hito de finalización de una etapa”, aporta Alejandra. Fue momento de reflexión, de ponerse el buzo flamante, de despedirse de tantos años compartidos en esa casa que los cobijó, y con tanta gente que los vio crecer.

Quedaron truncas salidas especiales, como el campamento de trabajo, actividad que los chicos que se involucraron una vez, atesoran como la mejor experiencia  que la escuela salesiana les brindó. Pero los adultos sabemos que esa impronta, pronto brotará nuevamente, porque quienes conocieron el placer de dar y recibir en el trabajo comunitario, con el tiempo vuelven a buscar un grupo o un espacio donde repetir la experiencia de la solidaridad, del encuentro con el otro, con la única intención de sentirse plenos.

La chomba del uniforme este año apenas se estrenó, el buzo de egresado se usó para los zoom y no conoció el roce de los bancos, y muchos miran al futuro. Se preparan para una nueva etapa, distinta, con otras exigencias y a la vez con otras libertades, donde cada uno debe de construir su nueva vida.

La expectativa de los cambios, para algunos el ir a vivir lejos y solos, o el encuentro con personas que no les son familiares, el hecho de conocer gente nueva y formar un nuevo grupo de estudio, los temores propios de hacerse cargo de sus decisiones, y el despegar, de una u otra manera, del nido que los contuvo, son sensaciones fuertes que los ponen de cara a una vida diferente, más dura y menos amorosa que la de la etapa que están a punto de cerrar.

Los desafíos que les esperan no son pocos, pero me queda la sensación de que este año ha sido un año de maduración anticipada para muchos, de pensar y encontrarse con sus emociones, con sus ilusiones, y de visualizar su futuro. El camino es largo y sinuoso, pero confío en que las mejores enseñanzas recibidas y los mejores aprendizajes que han logrado, tienen que ver con lo humano, eso que nos hace personas capaces de salir adelante y creer en nosotros mismos.  



pág. consultada: https://www.infobae.com/sociedad/2020/08/16/sin-viaje-de-egresados-ni-fiesta-la-tristeza-de-los-adolescentes-en-su-ultimo-ano-de-escuela/     

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