Los adolescentes y el desafío de la educación superior

Los egresados de hoy se enfrentan en breve al desafío de poder cumplir sus ilusiones y esperanzas respecto de su futuro. Muchos todavía están indecisos respecto de sus carreras y con dudas de lo que quieren hacer de sus vidas, y otros se preparan para hacer realidad sus sueños con muchas expectativas.

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El ingreso a la universidad es el punto de inflexión entre la escolarización y el fin de la adolescencia, y el inicio de la juventud, etapa de formarse en lo profesional y crecer en lo personal.

Las expectativas y la motivación no serán suficientes para impulsar al ingresante a avanzar en esta etapa académica. La capacidad resolutiva frente a los desafíos que se le presenten, abordados desde sus recursos personales y psicosociales son las herramientas con que deberá trabajar esta nueva etapa.

Acaba de terminar la escuela y este sistema con el que siente familiarizado no lo ha preparado suficientemente para la autogestión. A partir de ahora deberá responsabilizarse de los horarios, de la asistencia a sus clases y asumir sus obligaciones y sus decisiones.

El estudiante universitario se encontrará dentro de un sistema exigente, que le demandará tiempo de dedicación y estudio, esfuerzo y participación activa. Deberá prepararse para enfrentar los desafíos que se presenten, sin frustrarse, sabiendo que se generarán situaciones estresantes pero que pueden ser superadas.

Generar un hábito de estudio que le permita ir incorporando los saberes de forma gradual y continua, de modo que cada nuevo conocimiento sea la base del próximo, es la piedra fundamental del estudio universitario. Necesitará de constancia, perseverancia y método para que ese aprendizaje sea exitoso.

Es importante que el alumno tenga presente que llegar a ser profesional significa dominar no solo  los conocimientos y destrezas de la disciplina, sino también ser capaz de gestionar sus emociones a través de un proceso de adaptación, ya que los logros suelen no ser inmediatos, y los tropiezos y  frustraciones suelen interponerse, incluso con dudas muchas veces respecto de si el camino es el correcto.

Todas las experiencias que se sumen se integrarán en el egresado como un combo de destrezas en lo académico, la autogestión emocional y conductual, todo fundamental para el futuro laboral que le espera.

Muchas veces las exigencias de la etapa universitaria está acompañada con grandes desajustes respecto de los hábitos de vida y la salud. Cambian los tiempos y horarios de estudio, los horarios de comer y el tipo de alimentos, la cantidad de horas de sueño y de descanso. Todo esto además se suma  a que en lo personal se encuentran en una etapa de cambio constante, muy relacionado a los cambios sociales y del entorno. Se suele asociar también con una etapa de identificación personal, ya que su identidad todavía puede no estar desarrollada, según cómo haya vivido su adolescencia.

Por su edad están tratando de resolver los conflictos de identidad, preocupados por su imagen, y sus actitudes. Buscan una respuesta de preguntas cómo, ¿quién soy?, y ¿Hacia dónde voy?. Cuando estas respuestas no llegan con la rapidez que desean se sienten “fuera de lugar”.

La adaptación a la universidad, muchas veces se mide en función de fracasos o éxitos y se confunde con la vocación. Bajos rendimientos y malas calificaciones se asocian muchas veces con errores en el camino elegido, con no tener vocación, conflictos que generan gran incertidumbre y ponen en riesgo la salud desde lo físico y lo mental. En realidad muchas veces es necesario desarrollar habilidades para estudiar, manejar ciertas estrategias de aprendizajes, herramientas con las que no todos los adolescentes salen del colegio secundario familiarizados.


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Todo esto puede acarrearle malestares físicos como problemas gastrointestinales, aumento o disminución de apetito, tensión, taquicardia, sudoración, temblor, contracturas, tics, dolores de cabeza, sensación de ahogo, opresión en el pecho. También manifestaciones conductuales como inquietud, dificultades para hablar, insomnio o dificultad para conciliar el sueño. Y en lo emocional, irritabilidad, angustia, agresividad, enojo, miedo, apatía. En cuanto a lo cognitivo, dificultad para concentrarse, sensación de confusión, distracción, preocupación por fallar, fenómeno de la mente en blanco, y perfeccionismo.

Es fundamental atender a cualquiera de estos síntomas para que disminuya la carga de estrés y se favorezca la adaptación al ritmo universitario manteniendo controlados factores de riesgo que podrían acarrear enfermedades crónicas como ser hipertensión, diabetes, y obesidad.

Con la finalidad de lograr el autocuidado y la adaptación se propone tomar en cuenta la clásica formulación que propuso Arthur Clickering sobre las siete tareas que deben desarrollar los estudiantes en las etapas mencionadas:

1. Adquisición de competencia: Es decir, desarrollar habilidades intelectuales, físicas, manuales, de relaciones sociales y personales que faciliten su adaptación.

2. Manejo de emociones: Capacidad para aprender a reconocer y controlar en forma eficaz los propios sentimientos, en especial los que se relacionan con el sexo y la agresividad. Asimismo para identificar cómo, cuándo, dónde y con quién se puede decir, hacer y expresar determinadas acciones y actitudes.

3. Lograr la autonomía: Consiste en aprender a vivir y tomar decisiones sin el apoyo y presencia de los padres. También actuar de forma independiente sin la compañía, apoyo, aprobación y afecto de los familiares cercanos.

4. Establecer la propia identidad: Se trata de un proceso de construcción del adolescente que le permite reconocer sus propias características, sus necesidades físicas, su apariencia y su identificación sexual.

5. Adquisición de libertad en las relaciones interpersonales: En esta etapa el joven debe aprender a ser menos ansioso, menos defensivo y menos vulnerable, así como a tener la capacidad de ser más espontáneo, amistoso y confiado como producto de la aceptación de sus propias características.

6. Reconocimiento de propósitos: Debe lograr tener mayor claridad en sus planes vocacionales y aspiraciones intelectuales, así como en el ámbito cultural y recreativo. Desarrollar la aptitud para establecer las metas e intereses en la propia vida.

7. Desarrollo de la integridad: Que le exige elaborar el conjunto de creencias y valores que sirven como guías del comportamiento individual.

La mayoría de los estudiantes universitarios se  preocupan por uno o varios de estos siete aspectos de su desarrollo social y emocional, puesto que viven una etapa de transición y de cambios.

La educación académica en Argentina se vislumbra compleja, ya que no son pocos los que consideran el sistema educativo como anacrónico.

La velocidad de los cambios en relación al conocimiento, los mercados globales, la competitividad,  la interconexión y la tecnología  requieren que las universidades sean innovadoras. Además los estudiantes y graduados deben seguir capacitándose ya que todos los cambios se dan demasiado rápido. Las universidades deben preparar a las nuevas generaciones  para saber razonar críticamente, adaptarse y continuar aprendiendo.

Las carreras con más futuro son aquellas relacionadas con el manejo de datos, las ingenierías, la logística, las ciencias sociales y lo que tiene que ver con la salud. Aun así no hay garantías en relación al futuro laboral durante muchos años de muchas carreras, ya que el desarrollo tecnológico puede reemplazar eficientemente la tarea humana, así hay  carreras que a mediano plazo dejarán de ser fuentes de trabajo por automatización del mismo.

Es importante plantear la deserción universitaria, que se asocia en parte con la falta de evaluaciones para ingresar a muchas universidades estatales,  que motiven a prepararse durante el secundario para evitar la frustración y el fracaso durante los primeros años de clase. Estudiar es una habilidad que se adquiere con el hábito de hacerlo usando un método, con constancia y perseverancia.

Además hay que tener en cuenta que la mayor parte de la población pobre no tiene acceso a la universidad porque muchas veces han abandonado sus estudios primarios o secundarios, o bien porque el nivel de calidad educativa ha tenido serias deficiencias. Esto hace que los que ingresan tienen pocas probabilidades de permanencia. 

En otros países la posibilidad de ingresar a las universidades estatales requiere de mucho más que de esfuerzo y preparación, ya que los cupos juegan un rol fundamental al momento del ingreso. Incluso los que  ingresan no sólo aprobaron, sino que se encuentran entre los que tienen rendimientos cercanos al 98, 99 y 100%, lo que hace que muchos aun aprobados, no logren ingresar.

Tal vez en Argentina no valoramos lo que nos ofrece la educación argentina, sobre todo en cuanto a  la educación pública y gratuita. Sin embargo son cada vez más los extranjeros que estudian en nuestras universidades tanto públicas como privadas.

Por muchas generaciones entre las que me incluyo, hemos estudiado y nos hemos formado en las universidades estatales orgullosos de ser egresados de estas instituciones, sin embargo los gobiernos pasan y las políticas educativas poco hacen para frenar el deterioro y aggiornarse a los tiempos que corren. 

En la medida que no exista igualdad de oportunidades para los jóvenes argentinos en términos de educación básica, la educación universitaria seguirá siendo para una “elite”, escondiendo detrás de la gratuidad y el acceso irrestricto el deterioro educativo y la desigualdad, perpetuando otro tipo de discriminación, la educativa.      


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