Adolescentes que se autoflagelan

Preparando mi entrada de los miércoles en este blog, me dediqué a ver las problemáticas de los adolescentes en relación a los trastornos o problemas psicosociales que los aquejan. No pude dejar pasar por alto lo relacionado  a las autoflagelaciones o autolesiones, también llamado cutting, y todo me retrotrajo a unos años atrás cuando me encontré frente a frente con mi primer alumno que se autolesionaba.

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Fue casi en confesión que uno de los chicos de primer año se acercó para contarme que “Juan”, se cortaba con la cuchilla de los sacapuntas que les pedía prestado a sus compañeros, y que no podían lograr que dejara de hacerlo. Entré en pánico, si bien sabía sobre estas prácticas, nunca pensé que podía “Juan”, ese que se sentaba casi frente a mí, calladito y un poco disperso en clase, estar haciendo eso. La sensación de culpa por no haberme dado cuenta de nada me aplastó.

Claro que la vitalidad de Juan, para jugar al fútbol, o para pelear con algún compañero era alta, de modo que como un intento de suicidio no era posible pensarlo.

Seguro que era así, porque las autolesiones distan mucho de ser intentos de suicidios. En realidad se habla de que los jóvenes que usan estas prácticas tienen mucho temor y respeto a la muerte. Lo  que ellos intentan es un llamado de atención hacia los adultos, fundamentalmente sus padres, aquellos que generalmente están inmersos en sus propios mundos y problemas, y para los cuales sus hijos a veces pasan a ser invisibles.

Parece mentira pero hay chicos que han pasado años de sus vidas lastimándose en sus brazos, piernas y a nadie le ha llamado la atención. Está bien que lo hacen en los antebrazos, cara interna de las piernas, el pecho, la ingle; en lugares poco visibles, o bien usan ropa que cubra sus heridas así sea pleno verano.

Los padres suelen sentirse sorprendidos cuando la escuela detecta la problemática y los cita para hablar. Se justifican con que son modas, que todos lo hacen, que son juegos o desafíos, sin comprender que los chicos todo lo que buscan es que alguien se fije en ellos y los quieran con un mimo, una palabra afectuosa o con compartir con ellos una charla.

No es un tema del que se habla mucho, pero es mucho más común de lo que se cree.

Suele darse en  la preadolescencia o en los primeros años de adolescencia, entre los 11 y los 16 años, cuando emocionalmente  son más inestables se enfrentan a la presión de los pares, la soledad y los conflictos con los padres u otras figuras de autoridad.

Hasta no hace mucho estos casos se ingresaban hospitalariamente como intentos de suicidio, y no son excluyentes de ningún nivel  social ni de cualquier perfil de adolescente, pueden hacerlo los  más vagos como los abanderados.

No es una moda, como muchas veces se plantea en los medios de comunicación, es la realidad de los adolescentes frente a problemáticas que no pueden procesar, comprender, y no pueden decir en palabras. Y  es que entonces se transforma en actos.   


La cuestión no tiene que ver con cuánto se le dé, o se le quite al adolescente, a veces como un castigo, porque trajo malas notas o porque hizo o no hizo tal o cual cosa. Un celular, la play, pasan a ser objetos que los conecta con el mundo exterior, ese donde se centra su vida social, tan importante en esta etapa de crecimiento y de formación de su identidad. Muchos chicos pasan muchas horas solos, en compañía solo virtual de sus compañeros y de sus padres que monitorean sus actividades porque trabajan muchas horas.

A eso se suma que muchos se hacen cargo de sus hermanos menores y que participan de las problemáticas económicas o de pareja de sus padres, porque son “grandes” y tienen que entender lo que está pasando en esa familia.

Todo esto es demasiado para muchos chicos que necesitan canalizar su angustia y tensión por algún lado. Cuando se les pregunta por qué te lastimas responden: “para calmar ese dolor que me aprieta el pecho”. La angustia que sienten, y la carga de responsabilidades a las que se sienten  sometidos los hace crecer de golpe y buscar una vía de escape.

Pueden autolesionarse de distintas maneras, generalmente como un ritual, y muchas veces asociado a emociones violentas o situaciones de enojo. Lo practican en soledad, a veces esporádicamente, pero puede volverse un comportamiento repetitivo.

Las autolesiones más comunes son:

  • Cortes (cortes o rasguños profundos con un objeto afilado)
  •  mordeduras
  •  Rascado o raspones
  •  Quemaduras (con fósforos o cigarrillos encendidos, o con objetos afilados o calientes, como cuchillos)
  •  Grabarse palabras o símbolos en la piel
  •  Darse golpes a sí mismo, puñetazos o golpearse la cabeza
  • Tirarse del pelo hasta arrancarlo
  •  Perforarse la piel con objetos afilados
  • Insertarse objetos debajo de la piel.
Son formas de dejar huellas, marcas en la piel que los acompañarán toda la vida para hacerles acordar que alguien los invisibilizó, no los tuvo en cuenta y que ellos lo necesitaban.

Estas lesiones sirven para “bajar”, “parar”, dan  “alivio” a situaciones que los llevan a sufrir taquicardias, insomnios, paranoia, angustia. Duelen, pero  este dolor supera  al menos temporariamente el dolor psíquico que le “come la cabeza”.

A través de la lesión intentan tener mayor control sobre su cuerpo, distraer las emociones dolorosas a través del dolor físico, sentir algo, ya que como persona se sienten vacíos.  

Los adolescentes que se autolesionan tienen dificultades para enfrentar el dolor psicológico de manera saludable, para regular y expresar sus emociones. Pueden sentir sentimientos de inutilidad, soledad, pánico, enojo, culpa, rechazo, odio a sí mismo o confusión respecto a su sexualidad.

Hay factores que aumentan el riesgo de autolesión: 

  •      si han tenido situaciones de abuso sexual, físico o emocional
  •      el tener amigos que se autolesionan
  •          si experimentaron eventos traumáticos
  • ·       depresión
  •          trastornos de ansiedad
  •          trastorno límite de personalidad
  •          trastornos de estrés postraumático
  •          trastornos alimentarios
  •      abuso de alcohol o drogas

No hay una solución única para las autolesiones, la terapia los puede ayudar, pero sabemos que los adultos son  los que más  deben reflexionar y revisar cómo ese adolescente trata de crecer y avisarles que está allí y los necesita.

Los padres y otros adultos deben estar atentos a las señales que alertan sobre algo que no funciona bien. Es importante observar:

·         Lesiones, heridas que no pueden o saben explicar

·         Uso de ropa inadecuada, por ejemplo brazos cubiertos o pantalones largos en pleno verano

·         Dificultades en relaciones interpersonales

·         Inestabilidad del comportamiento y emocional, impulsividad e imprevisibilidad

·         Declaraciones de impotencia, desesperanza o falta de valor

Es importante que no ataquemos sus espacios de confort como son la música, los amigos, y el amor. Muchas veces son los grupos de pares los que pueden alertar de lo que le está sucediendo a sus amigos. Es más, es necesario que desde la escuela, los clubes, y  los espacios donde los chicos comparten tiempo y actividades se hable de esta problemática y alentarlos  a ayudar a sus amigos que tienen estas prácticas contando a los adultos para buscar la ayuda necesaria. Hay secretos que no se guardan, son demasiado pesados para que un joven pueda ayudar a otro solo, se necesita de atención especializada y de adultos que lo contengan.

Mi encuentro con “Juan” siguió  con los adultos de la escuela que me acompañaron al  poner sobre aviso a sus padres, y con una atención especial a “Juan”, con complicidad de sus propios compañeros, después de haber tenido una charla con ellos y haberles planteado la necesidad de acompañarlo y contenerlo especialmente ya que “Juan” estaba pasando un momento especial familiar. Se transformó en mi mano derecha en esas pequeñas cosas cotidianas que a ellos los hace sentir importantes.         

No regañarlos, no castigarlos, ya que ellos no encuentran otra salida, y muchas veces tras el episodio de autolesión se desata otro de culpa y  vergüenza. Acompañarlos  en el camino de la adolescencia es el primer paso, hacerles saber que están en una etapa especial y que pronto la superarán, es otro, esto los hará sentir seguros y liberarse del peso de tener que actuar como adultos.                 
                 


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