Ataques de pánico en la adolescencia
La modernidad y los tiempos actuales de pandemia, nos han traído nuevas formas de manifestar nuestras emociones, incluso aquellas primitivas y tan ancestrales como las que a los hombres primitivos los ponía en actitud de supervivencia. Así el miedo es una forma de alertar al organismo y de despertar todos los sentidos generando un estado de ansiedad, muchas veces que nos impulsa a hacer cosas impensadas, pero que cuando supera ciertos límites imperceptibles nos puede paralizar por completo.
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La ansiedad es una reacción humana natural que
afecta a la mente y al cuerpo. Tiene una importante función básica de
supervivencia: la ansiedad es un sistema de alarma que se activa cuando una
persona percibe un peligro o una amenaza.
Frente a esto se
corresponden una serie de sensaciones corporales que ayudan a la respuesta del
cuerpo a “huir o luchar”. Esos
cambios corporales están asociados a la respuesta cerebral de la corteza por la
que aumenta la producción de adrenalina y el cuerpo se prepara en caso de que
la amenaza pudiera ser real, y se desactiva si la respuesta cortical es que no
hay peligro y entonces el sistema nervioso permite relajarse.
Si el cerebro
considera que el riesgo perdura los sentimientos de ansiedad perduran,
prolongándose y manteniendo la alerta en la persona. Entonces sensaciones como
palpitaciones, respiración rápida o superficial, tensión muscular, y sudoración
en las palmas de las manos pueden perdurar.
La ansiedad puede manifestarse en
diferentes grados, desde leve, como inquietud o nerviosismo, hasta intensa, como miedo, terror o pánico.
La preocupación, la tensión y el estrés
son también formas de ansiedad, como
también el miedo escénico, la timidez
extrema ante gente nueva. Incluso situaciones
como enfrentar un examen, una presentación escolar, participar de un acto,
pueden desencadenar situaciones de
ansiedad normal.
Las personas
pueden sentirse “amenazadas” con equivocarse, y no actuar como corresponde a la
ocasión, supone vergüenza y temor a hacer algo inadecuado o insuficiente. Los
síntomas entonces acompañan estas situaciones, sudoración, palpitaciones, etc.,
y como la persona entra en un estado de “alerta”, entonces es posible que sus
aptitudes se potencien y el rendimiento supere lo esperado. Pero el límite es
muy estrecho, y si entonces se supera, el mismo miedo o ansiedad puede paralizar a la persona y dejar su mente
en blanco, olvidar su libreto, olvidar su coreografía, etc.
Los trastornos de ansiedad son problemas de salud mental que se
relacionan con experimentar en exceso ansiedad, miedo, nerviosismo,
preocupación o terror.
Afectan a personas de todas las edades,
incluidos los adultos, niños y adolescentes. Hay diferentes tipos de trastornos
de ansiedad, con
síntomas diferentes. Sin embargo, todos
tienen en común que la ansiedad se
presenta con demasiada frecuencia, es demasiado intensa, es desproporcionada
respecto a la situación del momento e interfiere en la vida diaria de la
persona y en su felicidad.
Los síntomas pueden aparecer de repente o ir en aumento poco a poco. La ansiedad crea una sensación de fatalidad y aprensión que no tiene razón, incluso sin saber qué está causando esas preocupaciones y sensaciones. El ataque de pánico puede estar asociado con otros cuadros fóbicos, como por ejemplo la agorafobia, la claustrofobia o la fobia social. Así como con el trastorno compulsivo obsesivo (TOC), el trastorno postraumático y el trastorno de ansiedad de separación, todos muy similares, pero con sus particularidades.
Los
diferentes trastornos de ansiedad que se conocen son:
- Ansiedad generalizada: preocupaciones excesivas sobre muchas cosas, salud, economía, seguridad, educación, etc., las que se sienten como una carga, haciendo que la vida se viva como algo agobiante o con una sensación de no tener control.
- Trastorno obsesivo compulsivo: como ya vimos, la ansiedad toma la
forma de obsesiones, en forma de pensamientos negativos y compulsiones, o sea acciones
para intentar aliviar la ansiedad.
- Fobias: Son temores intensos a situaciones específicas
o a cosas que no son realmente peligrosas, y las personas las evitan, por ej, a
la oscuridad, la altura, los perros, etc.
- Fobias sociales: provoca que los niños y los
adolescentes tengan demasiado miedo como para hablar en ciertas situaciones
- Ataques de pánico o Crisis de
angustia: episodios
de ansiedad pueden ocurrir sin una razón aparente. Una persona que sufre una
crisis de angustia tiene síntomas físicos repentinos e intensos como
consecuencia de la respuesta del organismo al miedo.
- Trastorno de estrés postraumático: es consecuencia de una experiencia
del pasado traumática o aterradora. Los síntomas incluyen recurrencia de
recuerdos de la experiencia, pesadillas y temor constante después del
acontecimiento.
Los
especialistas no saben exactamente qué
causa los trastornos de ansiedad. Parece que hay varios aspectos que
intervienen, como la genética, la
bioquímica del cerebro, una respuesta hiperactiva de lucha o huida,
circunstancias estresantes de la vida y comportamientos aprendidos. Suelen
comenzar con la adolescencia y mayoritariamente en las mujeres. Puede afectar también a los niños, y en ellos
se reconocen estados de ansiedad permanente, negación a ir a la escuela, a
participar de encuentros sociales. También se resisten a separarse de sus
padres, y si no es diagnosticado y tratado a tiempo se asocia a estados de
depresión y aislamiento social.
A pesar de que los
niños pequeños pueden tener episodios de miedo o de nerviosismo relacionado al
temor, el verdadero trastorno de pánico no aparece hasta los primeros años de la adolescencia.
Un ataque de pánico
es un episodio repentino de miedo intenso que provoca reacciones físicas graves
cuando no existe ningún peligro real o causa aparente. Pueden provocar mucho
miedo y sentir que se está perdiendo el control, que se está sufriendo un
ataque cardíaco o, incluso, que se va a morir, afectando la calidad de vida de
quienes los sufren.
Un episodio puede durar menos de 30 minutos, o pueden alcanzar hasta 1 o 2 horas, aunque la fase intensa es más breve, de 10 minutos, aproximadamente. Sin embargo, si se tienen ataques de pánico inesperados y recurrentes, y la persona pasa mucho tiempo con miedo constante de sufrir otro ataque, es probable que los ataques se conviertan en Trastornos de pánico.
No todo aquel que tiene un ataque de pánico aislado va a desarrollar un
trastorno completo. Algunos tienen la experiencia, pero lo descartan y esperan que no vuelva a suceder. Pero para
alguien que está predispuesto a los trastornos de ansiedad, la vía en el
cerebro que evalúa las amenazas puede mantenerse activa, y evitar otro ataque
se convierte en una prioridad primordial.
Los ataques de pánico tienen muchas variantes, pero con al
menos 4 de los síntomas que cito abajo, ya
pueden ser diagnosticados como tales. Después de que el ataque de pánico
desaparece, pueden sentirse fatigados y exhaustos. Estos pueden comenzar de forma
súbita, en cualquier momento y lugar, la escuela, el club, el boliche, de
forma ocasional o ir incrementándose en frecuencia.
Muchas personas pueden tener ataques de pánico durante su vida, y el problema quizás desaparece cuando se resuelve una situación estresante. Se ha medido que un 36% de los estudiantes estadounidenses han tenido uno o más ataques durante un año, y se considera que entre el 2% y 3% de los adolescentes y adultos sufren el Trastorno de pánico como patología.
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La principal
consecuencia del trastorno de pánico no son los episodios sino el temor a
sufrirlos. El malestar es tan intenso que las personas, ya sean adultos o
niños, desarrollan ansiedad anticipatoria,
es decir miedo al miedo o fobofobia,
por eso tienen conductas de evitación, relacionadas con la agarofobia, que provoca alto grado de incapacitación en lo social,
laboral, escolar, etc.
Los ataques de pánico
pueden estar asociados a alguno de estos
signos o síntomas:
- Sensación
de peligro o fatalidad inminente
- Miedo
a perder el control o a la muerte
- Taquicardia
y palpitaciones
- Sudoración
- Temblores
o sacudidas
- Falta
de aliento u opresión en la garganta. Sensación de ahogo.
- Escalofríos
- Sofocos
- Náuseas
- Calambres
abdominales
- Dolor
en el pecho
- Dolor
de cabeza
- Mareos,
sensación de desvanecimiento o desmayos
- Sensación
de entumecimiento u hormigueo
- Sentimientos
de irrealidad o desconexión
Los ataques y el
trastorno de pánico pueden afectar la calidad de vida, tanto en adultos como en
adolescentes. Es posible que están relacionados con las siguientes
complicaciones:
·
Manifestación de fobias específicas, como miedo
a conducir o salir de tu casa
·
Atención médica frecuente por preocupaciones de
salud y otras enfermedades
·
Rechazo de situaciones sociales, se evita ir a
lugares donde sea posible sufrir un ataque, esto se llama agarofobia.
·
Problemas en la casa y en la escuela, se sienten
abrumados y esto afecta la concentración, la confianza, el sueño, etc.
·
Depresión, trastorno de ansiedad y otros
trastornos psiquiátricos. Tienen verguenza y se sienten culpables.
·
Riesgo elevado de suicidio o pensamientos
suicidas. Temen ser juzgados mal.
·
Consumo inadecuado de alcohol u otras sustancias,
para bajar la ansiedad y el miedo a que se repitan los ataques
·
Problemas económicos
Para el tratamiento se utiliza un tipo
concreto de psicoterapia que se
conoce como terapia cognitivo-conductual (TCC). En la terapia
cognitivo-conductual una persona aprende nuevas maneras de pensar y actuar en
situaciones que pueden causar ansiedad y cómo manejar y enfrentarse al estrés.
El terapeuta proporciona apoyo y orientación y enseña nuevas habilidades de
afrontamiento, como técnicas de relajación o ejercicios de respiración. A
veces, pero no siempre, se utiliza medicación.
El miedo, esa emoción real o imaginaria, es un factor que afecta frecuentemente
en el periodo de crecimiento infantil. El desarrollo madurativo de los niños,
necesita de un sostén parental que no los presione hacia el éxito
permanente. En caso contrario puede ser contraproducente para la salud, se
genera mucha presión sobre los niños que desencadenan cuadros de estrés y
ataques de pánico.
"Estas formas de crianza, endurecidas y asustadas de la
era posmoderna, que reemplazan la mirada evaluativa y estimuladora, recaen
sobre el niño como un gran manto de exigencia, empujándolo hacia logros que
exceden, en algunos casos, sus recursos de estructuración psíquica",
explicó la especialista Silvia Morici.
Esta sintomatología se revierte "de forma inmediata,
cuando se logra convencer a los padres de que disminuyan sus expectativas, que
gradúen las exigencias, y dejen de empujar a sus hijos hacia logros que superan
sus capacidades madurativas"
Respecto de
los adolescentes, en las aulas ya tenemos situaciones de ataques de pánico por
parte de alumnos que sienten la presión de exámenes o de presentaciones frente
a sus docentes y compañeros. Por eso es importante hablar de esta patología
para que todos estemos preparados para afrontar situaciones de este tipo que
generan gran angustia y tensión cuando llegan de imprevisto. Ayudar a respirar
profundo y acompañar a la persona que sufre el episodio de ansiedad, es fundamental para bajar los niveles de
ansiedad hasta tanto llegue la ayuda médica necesaria.
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