Crecer EN y CON la sexualidad
La sexualidad humana
en su aspecto biológico y formal se inicia con el momento mismo de la
concepción, y se expresa desde que se visualiza en la ecografía los órganos
sexuales de nuestro bebé. Desde el nacimiento, la infancia, la pubertad, el
tiempo en el que se inicia la capacidad de procreación y aunque este tiempo
finalice, hasta el resto de nuestros días se sigue viviendo como ser sexuado.
Cuando el bebé nace su sexualidad comienza a transitar la primera etapa de su formación, siendo esta la piedra fundacional que sienta las bases de la identidad y la sexualidad que ese ser humano llevará a lo largo de su vida.
Pero el camino de desarrollo no es lineal, a lo biológico
entonces se le asocia lo que vivenciará desde lo emocional, el contexto
cultural y el social.
No podemos pensar en un
bebé como un ser sexuado,- con la connotación del término sexo como la
práctica de la sexualidad-. Sin embargo aunque su comportamiento no lo es, su biología ya está presente y no solo lo define como un ser sexuado, con genitales femeninos o
masculinos, sino que también comienza a
determinar su identidad, ya que desde lo social se le comienzan a atribuir
particularidades, desde el nombre hasta cómo se lo viste. Esto significa que el
niño o niña estará influenciado por su biología, por el cual lo definimos como tal, y por el contexto cultural y social, o sea a través de roles que se le
atribuyen, estereotipos, expectativas sociales, criterios educativos, etc., con
el que interactúa permanentemente determinando una identidad o género femenino o masculino.
Esto tiene que ver con que cada cultura tiene expectativa
que son percibidas por cada persona y cada persona se adecua como puede a esas
expectativas. Ser varón o mujer no es
sólo etiquetarse y que los etiqueten como varón o mujer, también es un perfil y
la tendencia a actuar de una determinada
manera.
La sexualidad en la
etapa infantil tiene características particulares como ser:
- Lo genital no tiene importancia
- Los juegos sexuales en realidad son imitación, se relacionan con su curiosidad y con sensaciones de placer
- Los vínculos afectivos positivos serán muy importantes para un desarrollo armónico y equilibrado de su dimensión relacional y afectiva.
- No han desarrollado preferencias sexuales que los definan.
La relación entre el bebé y su madre tiene un efecto modelador, la vinculación en el contacto, el apego y la separación van a dar forma a la personalidad y la sexualidad del sujeto en el futuro.
A partir de los 2
años hay cambios importantes en lo motriz y lo intelectual del niño. El
control de esfínteres es un paso importante en su independencia y comienza una etapa de reconocimiento de su cuerpo
muy importante, el niño explora su propio cuerpo y las sensaciones que va percibiendo le van dando mensajes que le
sirven para formar la percepción sobre
su propio cuerpo.
Entre los 4 y 6 años
aparecen conductas que se pueden
denominar como voyeuristas (mirar) y exhibicionistas (mostrarse).
Comienzan los juegos en los que
los/as niños/as imitan conductas de
marcado carácter sexual e incluso las prácticas autoexploratorias y
autoestimulatorias que pueden generar angustia en los mayores y provocar
reacciones reprobatorias si no se asumen como parte natural del reconocimiento
de su cuerpo y de la identificación en el plano erótico y afectivo.
Entre los 7 y los 10
años ya reconocen su cuerpo y son más conscientes
de la privacidad de su sexualidad, la escuela debería afianzar las conductas
con la enseñanza sobre la sexualidad. Las conductas sexuales se hacen menos espontáneas y abiertas, son más sutiles
y ocultas, y logran pasar desapercibidas a ojos de los adultos. Los juegos sexuales, son imitación de
conductas observadas en los medios de comunicación o copia de los adultos,
aunque reconocen sensaciones corporales,
se excitan y crean relaciones afectivas con su grupo de iguales. La
reprobación de estas conductas podrá traer consecuencias en su desarrollo
psico-sexual.
Entre los 11 y los 19
años situamos a los chicos en la llamada adolescencia, esta es la segunda
etapa del desarrollo de la sexualidad. Los chicos llamados púberes o preadolescentes sufren
grandes cambios, cada uno a su tiempo, por lo cual sucede que en un grupo conviven
chicos y chicas aniñados con otros con las características sexuales secundarias
plenamente desarrolladas. Esto hace que muchos se sientan mal por no poder
participar del grupo con los mismos intereses. Si sus cuerpos no han iniciado
el cambio, menos aún sus mentes.
Los cambios físicos
se inician en las chicas
generalmente dos años antes que en los
varones. Los primeros cambios son en el crecimiento, crecen hasta 10 cm por
año, también cambia su estructura ósea y su pico de crecimiento se acompaña
con las hormonas que trabajan sobre los caracteres sexuales secundarios. Crecen
las mamas, el vello púbico y axilar,
aparece más grasitud por acción hormonal y mayor sudoración.
Llega la menarca o primera menstruación, al principio de
manera irregular, para ir normalizándose de a poco. El crecimiento de los
huesos largos sigue y se completa 4 o 5 años después de iniciada la etapa de
cambios.
Aproximadamente sobre
los 12 años el primer cambio que vive el
niño es la aparición de pelo ralo alrededor de la base del pene. Sucede
antes de un pico de crecimiento. Su pene crece y alcanza el tamaño adulto y
mientras tanto se producen eyaculaciones a modo de prueba que suceden
espontáneamente durante la noche. Más tarde, el pelo empieza a aparecer en las
axilas y en el rostro. La laringe crece y hace más visible la nuez de Adán y de
manera simultánea se cambia la voz, haciendo más grave y gruesa. El desarrollo
completo también lleva alrededor de 5 años aproximadamente.
El reconocimiento del
cuerpo ha acompañado la etapa de cambios y es hora de conocer cómo
reacciona frente a los estímulos, materializados en relación a otros o los que
llegan a través de los sentidos. A la
primera fase se la llama autoexploratoria, ya que aunque el deseo sexual no es igual al del adulto, aparecen
conductas como la autoestimulación o masturbación en busca del reconocimiento
de los potenciales de su nuevo cuerpo y de los sentires.
A partir de los 15
años el crecimiento corporal se
estabiliza y los cambios corporales ya han casi terminado. Pero el desarrollo cognitivo y el nuevo pensamiento
está en pleno desarrollo y con él las emociones buscan expresarse.
Crece el interés por cuidar y resaltar el atractivo personal
y despierta fuertemente el interés por el cuerpo del otro y el impulso sexual.
Sus órganos sexuales están listos para la reproducción y el
deseo sexual se incrementa. En esta fase
se desarrolla una sensación de invulnerabilidad y fortaleza que llevan al
adolescente a tener conductas que pueden ser de riesgo. Se empieza a buscar el
contacto con el otro sexo y pueden llegar las primeras relaciones sexuales. El riesgo se incrementa cuando no han
tenido información suficiente, veraz y su educación sexual se relaciona más con
sus pares que con docentes o padres que hayan desmitificado la información
errónea que muchas veces atraviesa generaciones.
Está en plena etapa
del romanticismo donde el enamoramiento todo lo puede y su pensamiento aún
no maduro, no lo deja discernir acerca de los riesgos y responsabilidades. Sus
emociones se asocian directamente a los sentidos.
Será recién sobre los 17
años cuando sus relaciones se
vuelvan más maduras y seguras. El deseo ya no sólo responde a un estímulo o
pulsión sexual, sino que el adolescente, ya casi adulto, comienza a buscar otros valores
en sus relaciones sociales, como la confianza o la reciprocidad.
Recibir una buena educación
sexual desde la escuela es muy importante, no sólo a corto plazo, es decir,
para que el adolescente supere sin riesgos sus etapas de maduración física y
psíquica, sino también para establecer el comportamiento sexual que tendrá el
joven cuando sea adulto. Es importante que la escuela logre enseñar:
ü
El desarrollo
del autocontrol y de habilidades sociales para relacionarse con los demás,
serán herramientas fundamentales para
tener comportamientos sexuales y conductas respetuosas y correctas.
ü
Que el sexo
es otra de las facultades del ser humano, que es fuente de disfrute en la
medida que conocen su cuerpo, saben cómo responde y qué tenemos que hacer para
no dañarlo.
ü
Que su
sexualidad y las relaciones sexuales son inherentes a su intimidad, y que
no debe expuesta a los demás por respeto al otro y a sí mismo.
ü
A reconocer
la existencia de falsas creencias o mitos y la importancia de los
argumentos científicos que los abalan.
ü
A fomentar
la salud sexual. Ésta no es únicamente ausencia de disfunción o enfermedad.
Tiene que ver con la libre y responsable expresión de la sexualidad para
generar bienestar personal y social. Para que se dé es necesario que se
reconozcan y se garanticen los derechos sexuales de las personas.
Los padres se
convierten en los espejos de la
sexualidad de sus hijos cuando enseñan no sólo sobre órganos sexuales y
funciones, sino también sobre actitudes y valores, sobre la identidad, las relaciones, la
intimidad. A medida que crecen también podrán hablar con ellos sobre el
desarrollo sexual, la salud reproductiva, las relaciones interpersonales, el
afecto, la intimidad, la imagen corporal y el género. Será bueno que tengan
presente:
- ü Generar desde pequeños una relación de intercambio permanente en cuanto a la información y las opiniones respecto de la sexualidad.
- ü La enseñanza a los hijos de conceptos sobre sexo requiere de un flujo de información suave y continuo que tenga suficiente anticipación. Por esto es que la enseñanza debe iniciarse cuando son pequeños, siempre con la profundidad acorde con la edad, pero con el vocabulario adecuado.
- ü Naturalizar el tema de la sexualidad favorecerá la relación de confianza de los chicos con los padres para preguntar y consultar sus dudas, cuando llegue el momento. De esta manera no habrá tabúes.
- ü La escucha es el medio, los monólogos no sirven al momento de conocer sus inquietudes y saber si hemos cubierto sus expectativas.
- ü Una sexualidad sana se asienta sobre una afectividad sana. Es importante establecer las bases para un buen apego y potenciar la asertividad.
- ü Mostrar una actitud de respeto por las orientaciones o identidades de otras personas les darán la pauta a los chicos que los padres tiene una actitud abierta.
- ü Potenciar su autonomía, sus criterios y su autoestima, para que tomen sus propias decisiones y sepan decir NO favorecerá el desarrollo de sus identidades.
No existe un modelo
de padre o madre para nuestros hijos porque cada uno de ellos es único e
irrepetible, tampoco un manual para padres a su medida, pero cuando existe el
amor y las ganas de ayudarlos a crecer saludables son muchas las cosas que
pueden ayudar a no morir en el intento....también está internet!!!!
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