Pensar en la motivación de nuestros alumnos adolescentes

Cuando terminamos nuestra carrera, los docentes nos sentimos listos para entrar a la escuela y dar nuestra clase magistral perfectamente planificada y pensada en cuestión de tiempos, dinámicas y estrategias de trabajo. Claro que cuando salimos de nuestra primera clase ya nos dimos cuenta que nosotros proponemos y ellos disponen.


Uno de los problemas más importantes de trabajar con adolescentes es motivarlos y generar un ambiente de trabajo productivo, dónde aunque haya ruido éste sea porque discuten por la propuesta de trabajo.

Generar un contexto de trabajo a partir de una propuesta que llevamos al aula, no es tarea sencilla, así que muchas veces nuestra planificación en el aula de repente toma un giro inesperado pero a tiempo como para que nuestra frustración no nos derrote. Barajar y dar de nuevo, le dicen, claro que para hacer eso muchas veces hemos tenido que salir derrotados varias veces.

En mi formación académica no tuve la suerte de que me mostraran mucha información para entender esto de la motivación, y tuve que entre varias veces al aula para entender que por ejemplo que muchos chicos sólo necesitan amor, no quieren aprender ciencias, quieren que los mires y lo identifiques con nombre y apellido, que sepas que se sienta en ese banco, que no trajo de nuevo la tarea, pero que te será fiel y te promete amor eterno si lo llamas para que te haga un mandado simple hasta la secretaría. Evidentemente en mi relato entusiasta habrán comprendido que lo que muchos chicos necesitan no está en los libros, pero que si cultivamos con ellos el cariño, el trato respetuoso y lo visualizamos como persona, tendremos un porcentaje importante del entusiasmo que necesitamos para lograr aprendizajes significativos.             

La teoría de Maslow (1943-1954) resume resultados de la investigación de la motivación humana. Propuso una jerarquía de las necesidades humanas: aquellas basadas en suplir las deficiencias y las que involucran las necesidades de crecimiento o progreso.

En el primer grupo, cada nivel debe ser satisfecho para poder ascender al próximo.

Nivel 1- necesidades fisiológicas: alimentación, salud, ropa, confort, etc.

Nivel 2- necesidades de seguridad y protección contra el peligro y el temor.

Nivel 3- necesidades de pertenencia, de amor, de afiliación con otros, de aceptación.

Nivel 4- necesidades de reconocimiento: de competencia, de aprobación, reconocimiento y prestigio. De autoestima y vinculación con los demás.  

De acuerdo con Maslow (Maslow y Lowery, 1998), el individuo solo puede llegar a satisfacer sus necesidades de crecimiento y progreso si ha satisfecho plenamente las necesidades primarias.


Las necesidades de crecimiento, de progreso, de orden superior incluyen:

Nivel 5- necesidades cognitivas: conocer, comprender, explorar.

Nivel 6- necesidades estéticas: simetría, orden, belleza.

Nivel 7- necesidades de autoaprendizaje: cubrir sus expectativas y aprovechar su potencial.

Nivel 8- necesidades de trascender: saliendo de su esquema individualista, ayudando a otros.

El principio básico de la Teoría de Maslow, llamada Pirámide de Maslow, plantea que en la medida que el individuo se vuelve más trascendente aprovecha su propio potencial. Es entonces una persona plenamente automotivada.  

Se considera que los adolescentes en plena escolarización han superado los escalones inferiores de la pirámide, aunque algunos presentan deficiencias en la seguridad, falta de afecto o de reconocimiento personal. Evidentemente mis alumnos del amor y no de las ciencias, estaban en estos primeros escalones.

El alumno promedio requiere motivación extrínseca, de calificaciones, reconocimiento de tareas, por parte de sus docentes como un promotor de su proceso educativo y fundamentalmente su autoestima.

Pero la motivación debe darse en su justa medida. Se ha estudiado que una motivación baja o una muy alta afectan el rendimiento escolar, porque entra en juego el estrés.

Existe un valor óptimo de estrés que ocasiona el máximo rendimiento en los individuos. Un nivel de estrés positivo, competitivo y motivador, produce incremento en los rendimientos personales, de aprendizaje, y de logros.  Este valor óptimo depende del tipo y nivel de complejidad de las actividades que el docente propone.

El maestro debe trabajar en una región segura de nivel de exigencia, que no ocasione un desánimo  y un bajo rendimiento. Actividades de mayor dificultad, de tipo cognitivo que demandan un esfuerzo intelectual y gran concentración, generan un estrés motivante menor que aquellos que requieren para su ejecución persistencia, paciencia y perseverancia. En otras palabras es más motivante hacer una tarea compleja y minuciosa que pensar la resolución de un problema.

Cuando las tareas requieren un esfuerzo intelectual, debería ser administrada por el docente en partes, para que  el nivel de estrés positivo no  sufra un decaimiento por angustia, o desinterés que satura al alumno y  genera el fenómeno “burnout”, quemado, explotado, donde el alumno no puede ni quiere dar más. Esto se asocia con series  de ejercicios que automatizan la resolución y desalientan la creatividad y el interés.

 

freepick

<a href="https://www.freepik.es/fotos/escuela">Foto de Escuela creado por jcomp - www.freepik.es</a>

Las emociones positivas producen efectos positivos en el aprendizaje, mientras que las emociones negativas pueden incidir de diferentes maneras.

Frente al aburrimiento, por ejemplo puede suceder que se busque otra alternativa más reconfortante. El aburrimiento reduce la motivación intrínseca y conduce a escapar cognitivamente de la misma, por lo cual el rendimiento de la tarea disminuye.

La ansiedad reduce la motivación intrínseca positiva  y lleva a buscar otras tareas evitando la propuesta, sin embargo la ansiedad sumada al fracaso o resultados negativos pueden producir una alta motivación por revertir esos fracasos o bien el abandono definitivo.    

Algunas recomendaciones para la motivación de los alumnos son:

  • A las motivaciones intrínsecas propias se le deben sumar las extrínsecas propiciadas x el maestro y el entorno para generar la automotivación.
  • Deben plantearse con claridad los objetivos y propósitos de las asignaturas. Y definirse claramente el para qué de lo que se quiere enseñar, cuando lo usual es que se centralice en el por qué.
  • Es indispensable visualizar los campos de acción real, las oportunidades, los desafíos, de lo que se está enseñando. La incertidumbre es altamente desmotivante.
  • El alumno debe darse cuenta que lo que le enseñan es útil, se aplica y esto lo motiva a buscar más.
  • El docente debe ser motivador porque está motivado por lo que enseña y lo demuestra con sus actitudes, con su lenguaje, con su forma de mostrar lo que quiere que aprendan.
  • El docente debe conocer al alumno, para saber si sus motivaciones primarias están cubiertas y saber si debe trabajar sobre la seguridad, el afecto y el reconocimiento.
  • El alumno debe saberse observado y acompañado por el docente. Su reconocimiento y hacerle notar sus avances aumentará su motivación y su autoestima.
  • Se debe despertar la curiosidad enseñando con  recursos que acerquen anécdotas de experiencias prácticas, de la vida real y del campo profesional.
  • El docente debe reconocer aquellos alumnos cuya motivación extrínseca familiar de premios y castigos tiene un gran peso, ya que en estas situaciones el alumno sentirá un nivel de estrés que puede disminuir su rendimiento escolar. La presión a la que están sometidos conduce a aumentar su inseguridad, el temor al docente como elemento de poder y autoridad que genera un efecto negativo  hacia el verdadero aprendizaje, y el interés por mejorar.
  • El docente debe evaluar para lograr que el alumno corrija, mejore y se retroalimente en el intercambio con su maestro.
  • El contexto debe acompañar el proceso de aprendizaje de los alumnos desde la cooperación y no la competencia.
  • El docente debe de establecer expectativas de logro razonables, con evaluaciones donde los alumnos sientan que las exigencias son acordes a lo aprendido y trabajado.

Claro está que el sistema argentino de enseñanza no favorece ni facilita que el docente trabaje con dedicación minuciosa sobre cada uno de sus alumnos. Si consideramos que las aulas en general son superpobladas, con la heterogeneidad que significa, además que el docente no tiene exclusividad en un colegio y deambula a lo largo del día por varios colegios, y que el tiempo real de clases en la mayoría de las materias del secundario es de dos horas semanales, entonces vemos que conocer a cada uno de nuestros alumnos es realmente complejo. De todas maneras el sistema contempla que somos un conjunto de personas que podemos acercarnos a los chicos, desde directivos hasta preceptores y tutores. Entre todos podemos lograr reconocer las necesidades de nuestros chicos y generar las condiciones para que su motivación crezca.   


 


Comentarios

Lo más visto

Adolescentes vulnerados. Estereotipos, prejuicios, estigmas y discriminación

GRIPE A:La Pandemia

Habilidades Sociales: el secreto del éxito