Adolescencia tardía, etapa de desafíos
A los adolescentes tardíos, de entre los 17 y
19 años, se los relacionan con la finalización de los estudios secundarios y el
inicio de los universitarios, o bien la búsqueda de un trabajo.
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Representan un grupo particular, están en una etapa de mucha tensión ya que vislumbran el inicio de una etapa de responsabilidad que muchas veces no se sienten preparados a afrontar.
Es época de toma de
decisiones importantes, qué hacer, qué estudiar y pensar si se encuentran
preparados para muchas veces estar separados de su contexto familiar y de
amigos. Es como cortar lazos con todo
lo construido hasta ahora con sus grupos, y salir solos a un algo desconocido,
con responsabilidades y obligaciones que se resisten a asumir.
Esto hace que quieran vivir la etapa escolar a full, salidas y actividades
extraescolares suelen ser los puntos de encuentro más importantes con sus pares.
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Sin embargo tienen
mayor independencia de sus grupos, su mirada comienza a focalizarse en sus
deseos, proyectos, y escala de valores, siendo sus propios valores los que
ahora importan.
En esta etapa se despierta en ellos una actitud altruista
que los lleva a pertenecer a grupos con actividades comunitarias. Genera en
ellos sentimientos de humanización y valores como la solidaridad, la empatía,
dejan su posición tan egocéntrica para abrirse y brindarse a la sociedad. Les
molesta y enoja las injusticias del mundo, y trabajan convencidos de que su
ayuda es importante. Los adolescentes que promovidos por escuelas,
instituciones, o grupos de ayuda tienen la posibilidad de conocer el mundo de
las actividades sociales comunitarias, logran una empatía que perdura a lo
largo de su vida de adulto, e incluso muchas veces marca el rumbo de su
orientación vocacional.
La tensión que soportan puede acentuar problemáticas de
alimentación, o de índole psicológica, como estrés, trastornos obsesivos
compulsivos, ataques de pánico, etc, asociados a personalidades muy
autoexigentes, a temores o falta de
autoestima.
En el caso de los varones principalmente, pueden sufrir
vigorexia, el exceso del trabajo de gimnasio en busca de un cambio corporal que
los posicione mejor entre sus pares y muy en sintonía con los estereotipos
actuales de belleza varonil.
Muchas veces disfrutan de conductas de riesgo, como actividades deportivas extremas, kite
surf, kick boxing, el manejo de motos y autos, que favorecen la recompensa
cerebral rápida por producción de adrenalina.
Necesitan retos, ponerse a prueba, cambiar sus rutinas,
experimentar con cosas excitantes.
Esto de alguna manera se asocia con los consumos. El consumo de alcohol o tabaco genera en sus cerebros una
recompensa gratificante, además si llegan a probar, se sienten mejor. Consiguen que desaparezcan las
dificultades diarias o que estas parezcan más pequeñas y superables, se
desinhiben, pierden el miedo al ridículo, se vuelven más locuaces, menos
tímidos, más espontáneos. Desaparece el mal humor y les importa menos la
opinión de los demás. El alcohol es una salida para muchas depresiones
solapadas, para muchas deficiencias en autoestima, fobias sociales, etc.
Sin embargo es un hecho que acaba produciendo a largo plazo una mayor
depresión.
Otro tipo de
conducta de riesgo muy propia de la sensación de “todopoderosos” que tienen es
la de no usar métodos de protección ante el riego de embarazo o transmisión de
enfermedades. Consideran que tienen todo bajo control y que pueden manejar las
situaciones porque tienen suficiente experiencia. Es difícil hablar con ellos
al respecto y modificar estas conductas y preconceptos. Muchas veces sólo
experiencias muy cercanas pueden hacerlos reflexionar.
Emocionalmente están
más estables y los mayores buscan relaciones más duraderas. Su identidad se ha
venido afianzando y su personalidad ya se deja ver sobre todo en la instancia
personal y más íntima. Así surgen parejas más estables, definidas por su
afinidad inicial y su conexión emocional, lo que llevará al ejercicio de una
sexualidad plena.
Las relaciones con la familia, padres y hermanos son más
satisfactorias, ya no tienen esa actitud de oposición y negativismo hacia los
padres y hasta dejan de batallar por permisos y concesiones si se les dan
explicaciones consistentes. Son más pacientes y tolerantes.
Muchos adolescentes definen su identidad sexual que se ha ido desarrollando a lo largo de toda
su vida, y que han logrado resolver. También se establece la orientación sexual, aunque puede que no
se defina con claridad hasta la edad adulta.
En relación a esto pueden experimentar relaciones
homosexuales aunque de forma transitoria, en medio de la exploración de su
identidad y orientación sexual.
Esta última etapa adolescente es la más conflictiva respecto
de la identidad sexual, si bien en etapas anteriores suele presentarse el
reconocimiento de las distintas categorías como parte de las crisis de
identidad, es aquí donde se define sobre todo hacia el final de la misma.
En cuanto a lo cognitivo, comprenden ideas
abstractas y se cuestionan todo. El cerebro termina de desarrollarse sobre los
25 años. Son críticos y se rebelan frente a la sociedad. Tiene una identidad
más clara, se expresan y comparten conversaciones con adultos con criterios y
posturas firmes. Suelen participar de proyectos familiares opinando con una
mirada joven y fresca.
Hablan un
lenguaje propio con sus amistades. Así se sienten originales y únicos. Acortan
palabras, usan prefijos, cambian el significado de palabras que ya existen,
tienen expresiones originales, palabras inventadas, copian expresiones del
inglés. La repetición de esos "códigos"
Pasan largas
horas “soñando despiertos”, fantaseando, esto muchas veces los hace creativos con la música, el arte y la
poesía.
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El deporte suele ser muy importante en sus vidas, han desarrollado su capacidad motriz, y el desafío de lo competitivo, los lleva a poner todas sus energías en los grupos de pertenencia, con entrenamientos rutinarios de alta exigencia.
Viven fuertemente
el hoy y comienzan a cuestionarse sobre
su futuro. Se plantean metas y analizan sus fortalezas y debilidades. Ya
han logrado hábitos de trabajo y estudio y todo esto les ayudará a analizar las
opciones para su futuro. Muchas veces se genera mucha ansiedad cuando no logran definir lo que
quieren hacer respecto a sus estudios posteriores. Esto traerá sentimientos de
frustración y disminución de su autoestima por la falta de decisión. Trabajar
con ellos estos sentimientos y enfocarlos en el análisis de sus fortalezas
ayudará a encaminarlos en la búsqueda de
vocación.
Cuando un
joven concibe un proyecto para encaminar
su vida, ese ejercicio ya es una contribución importante para su desarrollo
integral, en la medida en la cual lo obliga a incrementar la conciencia que
tiene de sí mismo y a darle dirección y orden a su existencia. Le permite
fortalecer su autoestima ya que le da la
oportunidad de sentirse competente, y esto
constituye en factor de protección en
relación con problemas como las adicciones, la delincuencia y otras formas de
desadaptación social, lo que permite darle sentido, valor y rumbo a su propia
existencia.
La escuela y la familia deben estimular al adolescente a
pensar en su proyecto de vida, con el autoconocimiento, la observación atenta
del mundo en que vivimos y con capacidad
crítico para evaluar las posibilidades reales que tiene para lograr sus
propósitos y la realización de sus sueños. Deberá ejercitar la toma de
decisiones para definir las metas y reajustarlas cuantas veces sean necesarias,
y generar con creatividad las acciones a
seguir para cumplir con ellas.
La familia se convierte en el primer modelo a seguir y la
dirección del rumbo que los adolescentes llevan adelante en sus proyectos de
vida, por esto será importante que los padres:
ü
Sean coherentes entre sus acciones y sus discursos
o consejos.
ü
Motiven la creatividad como una forma de
expresión de su personalidad, resaltando sus potencialidades y sus fortalezas
ü
Participen en la búsqueda, elección y definición
de sus carreras y sus proyectos de vida,
informándolos y apuntalándolos emocionalmente.
ü
Generen confianza en sus decisiones, y los ayuden
a tomarlas.
ü
Hablen con ellos por los miedos que tienen al
futuro, a que no sea la elección correcta, por ejemplo. Plantearles nuestro
apoyo en cuanto al análisis de todas las variables a considerar, y si aun así
la elección no fuera lo esperado, la experiencia habrá sido igualmente para
sumar.
ü
Los contengan afectivamente en las situaciones
que se les presenten, ya sea que se relacionen con fracasos en los estudios, o
en la angustia de estar lejos de sus amigos y familia
ü
Los motiven a participar de grupos con fines
comunitarios. Que se sientan plenos por dar a los demás su tiempo y sus energías
aumentará su autoestima.
ü
Hablen de los riesgos de las actividades
extremas o de riesgos, y del compromiso con el daño de otras personas y con su
persona, más allá de la satisfacción que les produce.
Somos los adultos los
que debemos ayudar a nuestros adolescentes a que asuman las responsabilidades y
derechos que les competen para que tomen las riendas de sus propias vidas, la
resiliencia será la habilidad social que cada uno pondrá a prueba ante las
situaciones que la vida les presente.
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