Aislamiento social con adolescentes,¿cómo sobreviviremos?
Ellos, que su mundo gira alrededor de un millón de amigos y contactos
con los contactos de sus amigos, de
repente han quedado presos y confinados a la soledad de sus cuartos con un
grupo de personas que varias veces por día los estorban con sus pedidos
incongruentes como “vení a almorzar en familia”, “andá a bañarte”, “me toca a
mí jugar a la play”, “hablale a los abuelos”, “haceme pata y jugá con tu
hermanito un rato”.
Todo en medio de esta crisis increíble salida casi de un cuento de terror
al mejor estilo de The Walking Dead, donde algo invisible se apoderó de la
tierra y logró que se pare el planeta y
que su mundo se quede detenido y patas para arriba.
Comprender todo esto no es fácil y menos aún es actuar en consecuencia. Las
crisis adolescentes se exacerban, habrá respuestas inadecuadas, peleas con
hermanos, actitudes displicentes, gritos y llantos, sobre todo al momento de
tener paciencia con el encierro fundamentalmente, dado que habitualmente, su
mundo transcurre socialmente activo, colmado de gente, en espacios de contacto
directo con personas, como la escuela, el club, o el boliche.
Los días pasan y algunos se encuentran con ellos mismos, se relajan y con
una mirada introspectiva se descubren listos para pintar, dibujar, bailar, cocinar o
hacer todo aquello que pocas veces tienen tiempo disponible para hacer. Es así
que algunos de los adolescentes han pasado a ser uno de los grupos que mejor ha cumplido
con la cuarentena, ya que no salen por compras ni por atención de mayores.
Estos jóvenes han capitalizado su encierro
con el descubrimiento de habilidades personales que ayudará a la construcción
de su autoestima.
Disfrutar de las cosas que nos gustan y descubrir que somos
buenos en eso que hacemos genera emociones positivas y una oleada de
satisfacción personal que suma para el estado de ánimo, y para tolerar mejor
estos momentos de encierro obligatorio, y sobre todo lejos de sus grupos de
pares o sólo compartiendo las pantallas de por medio.
El encuentro con sus amigos a través de los medios tecnológicos y las redes,
si bien es para ellos una habilidad innata y mucho más simple que para los
adultos, suele perder su encanto ya que estos contactos de varias personas juntas
se tratan contenidos de poca
trascendencia, por lo cual al cabo de varios días, los contactos suelen
centrarse en un grupo pequeño de amigos con quien comparten situaciones
cotidianas más puntuales.
No por esto dejan de participar por las redes de las actividades que el
resto sube, videos, audios, memes que son motivo de distracción y recuerdos de
tiempos cercanos que pronto volverán.
Con los adolescentes será necesario que los padres lleguen a un acuerdo
respecto del tiempo que le dedicarán al celular o a los juegos en red, y a sus actividades
educativas. Generar y mantener una rutina será la clave para la convivencia y
para la predicción de cómo será su día. Esto dará seguridad y marcará el hilo
conductor de este aislamiento.
Si bien en cuarentena se hacen más elásticos los tiempos de sueño, de tareas, y de
dispersión, será importante hacerles ver que no estamos de vacaciones y tienen
que dedicar tiempo suficiente a la escuela y a las actividades
extraprogramáticas como los idiomas o las deportivas, que mantienen el contacto
a través de rutinas de actividad física y colaboran a canalizar gran parte de
su energía diaria. Finalmente el tiempo restante se podrá dedicar al
esparcimiento, con lo cual los padres podrán armar un plan diario organizado
con el adolescente y a su medida, que deberá comprometerse a cumplir. Esto
colaborará a ordenar el horario de levantarse, el tiempo dedicado a estudiar,
el tiempo de actividad física y el tiempo de esparcimiento que puede estar repartido
a modo de recreos entre sus actividades principales.
Que reconozca que hemos flexibilizado nuestra posición frente al tema del
uso del celu o la play, le indicará que hemos negociado pero que ninguna de las
partes ha logrado lo esperado, ellos deberán ajustarse a su parte del acuerdo y
los padres han ampliado el margen de permisos, por ejemplo dejándolos un rato
más a la noche.
La convivencia con la familia puede afianzar los vínculos. Una cena sin apuros, o una sobremesa
con algo rico que compartir, con un tema de conversación interesante, donde el
adolescente se pueda involucrar desde lo emocional y exprese su punto de vista
y su opinión hará que sus hermanos y padres puedan visualizar su forma de ver,
pensar y sentir; cosa que no es fácil de lograr en la convivencia diaria y
cotidiana con las urgencias de los tiempos que corren. Si esto no se logra en
estas condiciones, muchas veces será la puerta abierta para que lo hable y
exprese con sus amigos, donde se siente más cómodo. De cualquier forma lo
importante es que pueda canalizar sus emociones y expresarlas, a partir de lo
escuchado y analizado en la charla familiar. Desahogar sus inquietudes haciendo
eco en sus amigos, le ayudará a sentirse en equilibrio emocional y en sintonía
con sus pares.
El primer tema a tratar aquí es la pandemia, y como somos referentes de
nuestros hijos, y permanentemente están observándonos, es importante que
logremos transmitirles calma y conocimientos sobre lo que está pasando, además
de acciones coherentes con lo que intentamos transmitir. Explicarles lo que
sucede y la importancia que tiene cuidarnos y ser constantes en mantenernos en
casa y aislados de los posibles contagios, para ser partícipes de la
recuperación de todos. Asumir que esta experiencia actual es inédita para todos,
personas y gobiernos, que la estamos construyendo sobre los acontecimientos,
con aciertos y fallas, porque no hemos vivido otras situaciones similares, que todos
somos parte de esta nueva historia del
planeta y tenemos un compromiso social.
Reconocer nuestros miedos, ansiedades, frustraciones, incertidumbre,
irritabilidad y tristezas, les hará sentir que ellos también pueden sentir todo
esto y tienen derecho a sentirse así, pero si ven que actuamos con calma, con
optimismo y racionalmente, su posición de adolescente rebelde por naturaleza
comprenderá que debe acatar las normas y que ésta vez no puede
insurreccionarse.
Si se los hace partícipe de la situación por la que estamos en crisis y se
les hace ver que ellos también forman parte de este colectivo de personas que
deben actuar en bloque para salir adelante, podrán llegar a sentirse parte de
esto, con empatía hacia los que la están pasando mal o a los que apuestan todo,
como los equipos médicos.
Un adolescente involucrado, que ha logrado aceptar, y entender la
situación, es probable que quiera participar de alguna actividad de apoyo a
personas adultas vecinas, jugar algún
partido de ajedrez on line con el abuelo o incluso lavar los platos en casa.
Compartir con ellos algunas actividades que les gusta puede ser una buena
forma de afianzar vínculos, por ejemplo, les suele gustar involucrarse en la
cocina, o bien en las actividades lúdicas como la play o juegos en red, con
hermanos mayores o adultos, y hasta suelen colaborar con agrado al momento de ayudar
a los hermanos menores con las tareas, todo siempre y cuando no perturbemos sus
momentos de privacidad. Este es el punto clave que debe respetarse y comprender su necesidad de aislarse de nuestro
mundo para ingresar al de ellos.
Nuevamente la comunicación que entablemos con nuestros adolescentes, y del
feedback de esa conexión dependerá la
supervivencia nuestra y de nuestros jóvenes en
estos tiempos de puertas adentro.
Involucrarse y aceptar lo que sucede es la forma de llevar adelante esta
cuarentena y aislamiento, cosa que no es fácil que algunos adolescentes
entiendan y que muchos padres logren sobrellevar sin sacarse y terminar en una
batalla campal con sus hijos, y con los nervios destrozados. Lo que no se ha
aprendido a manejar o gestionar en términos de emociones o conflictos hasta
ahora, en tiempos de coronavirus seguramente no se logrará, pero al menos es
importante que lo tengamos como tarea pendiente ni bien volvamos a nuestro
ritmo habitual y antes que nos encuentre un próximo aislamiento obligatorio con
un hijo adulto desconocido. Que el aislamiento sea puertas afuera de nuestra
casa y que se fortalezca el encuentro, la charla y la cercanía con los nuestros
puertas adentro.
bibliografía consultada:
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